Retrato descarnado. La caída explora con firmeza la conexión entre dos víctimas que se identifican como tales con solo una mirada, entregándose al agua en busca de redención.
'Álbum para la juventud' se va desarrollando de manera espontánea y sincera, con un final que no se siente como tal, sino más bien como un prólogo a una nueva historia.
Hay escenas que nos recuerdan la razón del éxito de la saga: la sensibilidad de su protagonista femenina, una adolescente en plena evolución quien debe confrontar su propio idealismo.
La serie resulta entretenida, ofreciendo momentos de humor acertados, efectos visuales destacados y un encantador enfoque en la dinámica de un grupo de cuatro niños que se unen para resolver un caso.
Uno de los mejores aspectos de 'Monstruo' es su cinefilia. En una escena reveladora, el drama retorna al enfoque pluridimensional de Rashomon, recuperando esa intensidad visual y narrativa que caracterizaba el inicio de la película.
Correcta comedia que no toma demasiados riesgos. La película de Eliza Schroeder emula, no siempre con éxito, ciertas fórmulas del cine de Richard Curtis.
Tiene ese brillante ida y vuelta entre sus protagonistas que será difícil de soltar. Hay algo conmovedor y reconocible en escuchar a dos personajes -y no a dos caricaturas- aconsejarse respecto a qué es lo mejor para sus vidas cuando todo parece derrumbarse a su alrededor.
Un ambicioso thriller psicológico que nunca levanta vuelo. Es demasiado extensa y se atasca en una trama enrevesada que juega con la paciencia del espectador.
Un manifiesto sobre el cine y la pasión que su protagonista siente por el proceso de filmación. Pero su cinefilia no se queda en la superficie, porque Hogg no solo disfruta al poner en esos personajes monólogos y diatribas á la nouvelle vague.
La sucesión de interrogantes es lo suficientemente intrigante para mantener el interés, pero la excesiva cantidad de historias termina por diluir el concepto.
Se nota cierta torpeza al querer abarcar las diferentes aristas del daño que produjo Purdue Pharma sin profundizar demasiado, quedándose en lo superfluo, y acudiendo a la sobreexplicación para allanar el camino.
Fox y Resnik son conscientes de la gran habilidad actoral de Prince, y depositan en ella la responsabilidad principal de la acción. Es precisamente por esta razón que el drama logra sobreponerse a algunas elecciones estéticas y narrativas.