Este episodio fragmentado y confuso indica que la serie ha alcanzado un estado de letargo del que, a diferencia de Ashley, es poco probable que se recupere.
Es un poco desalentador, pero también refleja la mentalidad actual, donde nos interesa más el poder de las instituciones culturales y la obsesión por acumular, que las aportaciones estéticas de uno de los artistas más grandes de la historia.
Las actuaciones y el guión son notables, pero lo que debería provocar tensión y compasión simplemente funciona como el andamiaje de una obra en construcción.
El trabajo de cámara es elocuente y emocional, reflejando la rigidez de la vida de la protagonista a través de planos fijos y composiciones plásticas sólidas. Los elegantes encuadres en sus encuentros aportan ritmo e intensidad al relato.
Hadzihalilovic no se limita a ser una estilista talentosa; su enfoque en la narrativa está lleno de misterios y secretos, reflejando su compromiso tanto con el aspecto visual como con el entorno que crea.
Dheepan muestra que es fundamental narrar las tragedias de los refugiados de manera hábil y respetuosa, sin caer en la condescendencia ni en la manipulación, para así mantener viva la empatía hacia ellos.