Lo que pretendía ser un relato halagador basado en su larga residencia en Las Vegas se convirtió en algo mucho más crudo y emotivo de lo que nadie hubiera esperado.
El filme de Lindsay-Hogg resulta muy contemporáneo, sumergiendo al espectador en la acción y permitiéndole formar sus propias interpretaciones a partir de fragmentos de diálogo y expresiones efímeras.