La obra de Ford aborda de manera profunda y extendida los temas familiares relacionados con la muerte del Viejo Oeste, explorando el choque entre la naturaleza salvaje y el entorno cultivado, así como el impacto del mito.
Un remake con una desastrosa elección de reparto, que retiene los temas apocalípticos del guion original de Seltzer, pero los reproduce de forma aburrida y sin escalofríos.
En el ámbito del cine, la película se presenta como un espectáculo visual asombroso, con la asombrosa fotografía de Lucien Ballard realzando la visión melancólica y profunda de Peckinpah.
El guión ingenioso de Edmund H North y la dirección sutil de Wise logran un tono serio, sin caer en la solemnidad. Por otro lado, la música de Bernard Herrmann, que evoca una sonoridad alienígena, intensifica la atmósfera de extrañeza y amenaza inminente.
Este último ejemplo de la nueva ola francesa de terror demuestra valentía al enfrentarse a un problema social contemporáneo, similar al enfoque de Romero.
Esta comedia romántica es divertida y conmovedora, evocando las tramas entrelazadas y los diálogos refinados del cine de Hollywood de la década de 1930.
Lamentablemente, el director Reynolds muestra una falta de confianza en el tono de su película al igual que el actor Reynolds parece dudar en lo que comunica a través de su actuación.