Es una serie chispeante y estimulante, pero Cecily Strong, en particular, es el elemento fundamental. Aporta una vulnerabilidad que se gana el emotivo epílogo de la temporada.
La serie tiende en ocasiones a ser excesivamente sentimental y efectista, sin embargo, hay una palpable conexión y química entre Bomer y Bailey. Ambos interpretan de manera interesante esta dinámica de tira y afloja.
A pesar de la cautivadora presencia de Stallone, la producción se siente más como una simple retrospectiva de su carrera que como un verdadero documental.
Es divertida e ingeniosa, incluso en los momentos menos destacados. La serie se enfoca en relatos pequeños y específicos, alejándose del bombardeo global que suele caracterizar las tramas de espionaje en la actualidad.
¿Por qué la humanidad es capaz de cometer actos tan atroces? ¿Quién tiene el privilegio de eludir las consecuencias de sus crímenes? Estas preguntas intrigantes nos llevan a reflexionar y buscar respuestas.
No puede sostenerse únicamente con el considerable encanto de Urie, pero es emocionante verlo en un papel protagónico tras haber estado tan infrautilizado desde 'Ugly Betty'.
Le resulta complicado establecer una narrativa convincente y construir personajes que estén completamente desarrollados, a pesar de que estos sean excepcionalmente interesantes.