El tono general de la película, a pesar de la seriedad del tema, nunca cae en la depresión: es sorprendentemente ligera y llena de energía, y sigue adelante pase lo que pase, como su trío de protagonistas.
A pesar de que la acción tiene lugar al filo de los siglos XIX y XX, es increíblemente actual, ofreciendo una poderosa reflexión sobre los caminos del autodescubrimiento en un mundo hostil.
La película de Vecchiali es una obra maestra que presenta intrigantes subtemas que parecen resonar con la época, tanto en su contexto original como en la actualidad.
Reijn tiene como objetivo presentar el sexo de forma gráfica no con intenciones de asustar o provocar, sino para integrarlo como una parte natural y casi cotidiana de la vida.
La película transmite una intensa sensación de vacío en la existencia y en la muerte, lo que lleva a que hasta las situaciones más cómicas se sientan impregnadas de una profunda reflexión.