Esta última parte presenta ciertos instantes de exuberancia cinematográfica, pero carece de una trama sólida, personajes que capten la atención o diálogos que resulten creíbles.
Con su atrevida banda sonora francesa, la película muestra un deseo irresistible de emular los thrillers clásicos, lo que hace que sea difícil no dejarse llevar por su ambición y su atractivo innato.
Sarah Paulson destaca en este aterrador thriller situado en la Oklahoma de los años treinta. Sin embargo, la película se ve lastrada por el uso excesivo de clichés comunes en el género del terror.