El debut en el largometraje de Belkıs Bayrak como guionista y directora es un solemne estudio de personajes que rinde un poderoso homenaje al honor de las decisiones de las mujeres tras un trauma.
Con una Alicia Vikander excepcional, el debut de Fleur Fortuné ofrece una experiencia sadomasoquista que resulta sorprendentemente caótica y cautivadora.
La ausencia de conexiones emocionales con los personajes centrales, a quienes deberíamos simpatizar, convierte a la serie en una experiencia más fría de lo que podría haber sido, a pesar de su gran potencial.
El guión de Tomičic Salinas es algo intrincado, aunque siempre mantiene un sentido claro. Además, la dirección artística de Valeria Wilde Monasterios enriquece notablemente con detalles fascinantes el entorno en el que se desarrolla la historia.
Franquesa logra hacerlo nuevamente al apropiarse de su propia narrativa, incluyendo versiones censuradas de sus fotos íntimas en la película como un acto de resistencia ante la disciplina social del cuerpo.
A pesar de seguir un enfoque clásico, la película logra su objetivo de manera sobresaliente. Los tres directores crean un documental intrigante y cohesivo, ofreciendo una experiencia tan entretenida como un emocionante partido.
Un viaje existencialista de ciencia ficción que cuestiona la naturaleza del deseo, el apego y la soledad. La inventiva de Vigalondo brilla en su geometría onírica distorsionada al estilo de Kaufman.
La más reciente obra de Alfonso Cortés-Cavanillas, centrada en astronautas atrapados en el espacio, es un intento sincero que, aunque presenta limitaciones técnicas, aún logra destacar en varios aspectos cinematográficos.
La película de Belén Funes explora la experiencia de la inmigración laboral en Cataluña, presentando un emotivo drama entre madre e hija, con actuaciones excepcionales de dos talentosas actrices.
Un relato hipnótico y técnicamente inventivo sobre la memoria, los secretos familiares y lo que se esconde entre líneas en la Buenos Aires contemporánea.