Esta historia posee una belleza elemental que se intensifica a través de su crudeza y violencia. Evoca el cine clásico, recordando las obras de Dickens o Hemingway.
En términos dramáticos, es interesante pero no del todo satisfactoria. Los creadores han logrado que funcione, aunque probablemente haya una adaptación más compleja de ese libro.
Es una historia familiar, íntima y dolorosa, no es algo abstracto. Bergeon dirige de forma cuidadosa, sin caer en las florituras en las que suelen caer los directores jóvenes.
La película es seductoramente placentera. Tavernier controla las emociones y restringe los adornos musicales, concentrándose en el poderoso paisaje y en la vida de Cheval dentro de este.
La comedia es desigual y divertida en momentos específicos. La película brilla cuando se inclina hacia lo absurdo, pero pierde fuerza cuando adopta un tono serio.
En la actualidad, se eliminan innumerables personajes digitales en las películas, pero realmente, ¿quién se preocupa? Son solo datos. Sin elementos humanos evidentes, resulta complicado sentir una conexión o interés genuino.
El guion resalta por su profundidad, superando el de muchas películas de acción convencionales. Esto se debe, en parte, a la poderosa actuación de Worthington y, en parte, a la dirección cuidadosa y confiada de Nable.