Este folletín de misterio ambientado en Kansas se beneficia de unos cuantos giros. No se puede negar que la segunda adaptación de Gillian Flynn a la pantalla grande es una relativa decepción.
'Labor Day' está llena de detalles minuciosamente elaborados, todos ellos tan elegantes que pueden parecer poco auténticos. Sin embargo, se desenvuelve como un romance intenso, aunque poco creíble.
Conectarán con ella los escritores, actores y personas creativas que puedan identificarse con la manera en la que Larson articula la lucha por ser reconocido.
No es una decepción como la última obra de Brian De Palma, 'Domino'. Sin embargo, tampoco aporta nada innovador que nos haga sentir que hubiésemos extrañado algo si la película nunca hubiese sido lanzada.
Quizá sea la película más arriesgada del año. El modo en que los personajes interactúan parece poco auténtico. 'Kings' podría beneficiarse de un enfoque más similar al de 'Mustang'.
El Impostor' hace un hábil trabajo de su astuto tema, utilizando recreaciones muy evocadoras y duras entrevistas de descubrimiento del alma para explorar un alucinante caso de identidad falsa.
Está atiborrada de subtramas y personajes, aunque Kanagaraj hace que sea fácil y entretenido seguir los giros, y algunas de las escenas de acción están mejor concebidas y coreografiadas que lo que Hollywood produce actualmente.
Una experiencia atrevida, extraña e indudablemente controvertida, que acaba siendo una original película de monstruos: una mezcla entre la 'Crash' de Cronenberg y los horrores uterinos de 'Gozu' de Miike
El director brasileño Afonso Poyart resulta bastante eficaz a la hora de construir y mantener un sentido sombrío del suspense a lo largo de la película.
Una comedia retro de asesinos a sueldo que casi se ahoga en su propia adorabilidad. Es un arriesgado paso atrás para un prometedor guionista joven con créditos como 'Chronicle' y 'American Ultra' en su haber.
La sátira se manifiesta de manera contundente en el tono, y es sorprendente cómo un homicidio eficiente puede clarificar tan bien dicho tono como lo logra Wheatley.
O'Connor demuestra la manera correcta de manejar este tipo de material, elevando lo que es esencialmente cine de explotación a un estudio sobre un personaje Zen, que toma en serio su vengativo antihéroe.