Dumas era un maestro de la narrativa, y esta versión de 'The Three Musketeers' consigue mantenerte en vilo. La experiencia te deja con ganas de más, aunque probablemente sea mejor ver la saga entera de golpe.
Para los lectores de la novela de Alejandro Dumas, esta adaptación ofrece muchas sorpresas. En cuanto a los espectadores de 'Part I: D'Artagnan', esta secuela de capa y espada se alinea completamente con lo que ya se presentó anteriormente.
Un guion más inteligente habría hallado formas de integrar la crítica histórica, o al menos una sátira al estilo de 'Shrek', en sus escenas que, de otro modo, resultan bastante superficiales.
'King Arthur' es un caótico y estruendoso despliegue de escenas espectaculares. Las secuencias de acción, intensas y cargadas de efectos visuales, se presentan una tras otra, cada una perdiendo más sentido que la anterior, todo en un intento de causar impacto.
Es una idea preciosa. Aunque la forma en que Lowery presenta la historia puede no resultar aterradora, seguramente cautivará a quienes se dispongan a disfrutar de la experiencia.
Llena de color e inundada de simbolismo, este melodrama sobre una casa encantada innegablemente deslumbrante pero finalmente decepcionante es todo superficie e insustancialidad.
Con todo lo entretenido que puede ser su alegre sentido del detalle, todo el escenario parece forzado: demasiada elaboración para contar una historia más idónea para seres humanos.
Maravillosamente adaptada del bestseller internacional del ilustrador británico Charlie Mackesy, esta joya de media hora parece 'The Little Prince' para una nueva generación.
Notablemente, no cuenta con un villano, interés romántico, números musicales ni animales que hablan. Aún así, debería entretener e inspirar a los niños a actuar en vez de esperar pasivamente el beso del amor verdadero.
Todo encaja a la perfección, un matrimonio de la sensibilidad nítida, agradable e inofensiva de Pixar con lo que podría describirse como 'el mundo real'.
El desenlace de la película resulta muy satisfactorio. Sin embargo, el desarrollo previo parece carecer de originalidad y se siente un tanto superficial.
No es un simple remake. Es a la vez un homenaje y una renovación del clásico de 1998, y también una sólida reimaginación de la fuente original de aquella película.
Una proeza hiperdetallada y visualmente deslumbrante. La evolución del estudio Laika ha alcanzado un nivel en el que cada fotograma se convierte en una obra de arte.
La historia puede ser chapucera en algunas partes, pero el carisma colectivo de su reparto compensa más que suficiente. Como dice el refrán: no odies al jugador, odia al juego