Una comedia negra creativa y artificial que actúa como un juego de ilusionismo. No es para todos los gustos, pero la peculiar rutina de Vermut, aunque requiere más trabajo, seguramente ofrecerá sorpresas emocionantes en su carrera.
Puede verse como una variación de la 'Dolor y gloria' de Almodóvar. No es profunda, pero nos distrae de nuestra soledad y nuestros propios dolores físicos.
Una directora alemana prometedora, Eva Trobisch, presenta a un personaje multidimensional interpretado por Minna Wündrich, quien lo hace con una honestidad que impacta profundamente.
Engancha la mayor parte de su metraje, el resultado, de carácter ultraprofesional, puede que sea más respetable que disfrutable, pero no se le puede negar que es poderoso.
La película eleva la fórmula en varios aspectos fundamentales, presentando un villano con un fuerte compromiso político y un desenlace que impacta emocionalmente.
¿Cómo saber que la chispa ha desaparecido? Cuando tu última comedia romántica parece de televisión, carece de la poesía de una tarjeta de felicitación y suena más a un manual de autoayuda.
Varios intentos de reinvención del personaje de 007 han fracasado, presentando versiones que resultan poco convincentes. Sin embargo, la adaptación de Vaughn destaca, ya que logra dirigirse a un público adulto, lo que le otorga un mayor nivel de sofisticación.
La originalidad no siempre es esencial al narrar una historia. El director de 'Mad Max' podría haber tenido mejores resultados si se hubiera enfocado en seguir lo que ya saben que funciona.
El amor, sin duda, tiene su peso, pero no debería causar sufrimiento. Lo que realmente hiere es la forma en que se malinterpreta y la falta de credibilidad que existe en muchas situaciones.
La película tiene el potencial de atraer a un público de culto, pero resulta especialmente relevante para la audiencia inuit, quienes ven en su historia una representación genuina de la resistencia ante los invasores, trascendiendo así el típico cliché del cine.
Una fábula entretenida y astutamente crítica, donde los valores del occidente se enfrentan a una cultura del sudeste asiático que, a pesar de parecer rígida, podría ser más avanzada de lo que se piensa.
'Le Demantelement' resulta ser una experiencia cinematográfica que no se sostiene del todo en sus 111 minutos. Sin embargo, su desenlace deja una profunda huella en el espectador que perdura varios días.
Tsukamoto invierte en impactantes efectos visuales y de sonido, suponiendo que la mejor manera para ofrecernos una idea de la guerra es golpearnos con el mayor número posible de sus horrores sensoriales. Eso no es guerra, eso es tortura.