Un thriller psicológico que carece de profundidad en su análisis. McGehee y Siegel poseen la elegancia necesaria para ofrecer algo novedoso en la comedia negra, pero primero deben liberarse de sus tics artísticos.
Lo que parece empezar como una burla contra los ricos, una sátira de la conciencia de clases, acaba transformándose en algo más extraño, profundo y ambiguo.
No va a convencer a nadie de que Seagal es Brando, aunque a menudo suene un poco como él. Pero, tomada estrictamente como una secuela de acción, es un enérgico espectáculo.
Junge, a pesar de haber hablado con varios historiadores y cineastas durante años, nunca había expresado sus sentimientos de manera sincera. Este documental de 90 minutos se convierte en una impactante confesión personal.
Sin Davidson, la película habría resultado convencional y dura, pero su presencia aporta una chispa única. Aunque pueda considerarse como una obra mediocre, logra entretener más que muchas otras que caen en esa categoría.