Solo resulta interesante como un fenómeno sociológico. Posee un aire de mediocridad, inmoralidad y efectismo, y al mismo tiempo, aparenta tener aspiraciones más altas.
Marca el comienzo de un interminable torbellino de marketing. Puede que no escapes de la tormenta (a no ser que vivas en un convento), pero sí que puedes evitar ver la película.
Un thriller psicológico que carece de profundidad en su análisis. McGehee y Siegel poseen la elegancia necesaria para ofrecer algo novedoso en la comedia negra, pero primero deben liberarse de sus tics artísticos.
Lo que parece empezar como una burla contra los ricos, una sátira de la conciencia de clases, acaba transformándose en algo más extraño, profundo y ambiguo.
Emocionalmente, la película no supera mucho a un romance típico, pero Lumet logra mantener a los actores en primer plano, lo que nos permite disfrutar de sus interpretaciones.
Bob es una creación extraordinaria, un engañador auténtico a la vez. Encaja a la perfección como el protagonista de una historia que presenta el mundo como una vasta trampa.
No va a convencer a nadie de que Seagal es Brando, aunque a menudo suene un poco como él. Pero, tomada estrictamente como una secuela de acción, es un enérgico espectáculo.
Junge, a pesar de haber hablado con varios historiadores y cineastas durante años, nunca había expresado sus sentimientos de manera sincera. Este documental de 90 minutos se convierte en una impactante confesión personal.