Es un desastre: en lugar de ser una reflexión autoconsciente del dilema suscitado por el diario de Adèle (en el que se basa) Truffaut opta por la fórmula hollywoodiense del desventurado amor no correspondido.
El filme posee un tinte teatral marcado e inquebrantable, pero los giros veloces terminan por socavar la credibilidad en las interpretaciones de Dietrich y Laughton.