Szabo, reconocido por su destreza al combinar lo personal con lo político y su impresionante dirección de actores, logra una vez más destacar gracias a su inteligencia y su sensibilidad distintivas.
Tiene relevancia cultural, pero su enfoque tan particular puede no captar la atención de quienes no son seguidores de Szabo o del cine de Europa del Este.
Greenaway, fiel a su estilo característico, desafía las convenciones del buen gusto y prefiere centrar su atención en la creación de imágenes visuales impactantes, a menudo a expensas de una trama bien estructurada.