'Transformers: The Last Knight' ofrece más que solo imágenes impactantes y proporciona más sorpresas que muchas películas de cineastas que tienen ambiciones y logros claramente artísticos.
Lo que está bien de este documental resalta de manera significativa, volviéndose esencial, lo que a su vez hace que sus defectos sean más evidentes y frustrantes.
Filmando con audacia en las calles, sin intentar esconder las formas y los artefactos anacrónicos, Akerman impregna el mundo contemporáneo con los sentimientos enterrados de su propia juventud.
Al centrarse en el deseo y el placer de sus personajes, y al filmar estos aspectos de sus vidas con suficiencia, Audiard sacrifica el ámbito del entendimiento al cederlo a la fantasía.
Una belleza virtuosa. Trasciende las convenciones realistas del cine independiente, convirtiéndose en una obra filosófica y personal que mantiene frescura e integridad de principio a fin.
Esta es la medida de la notable inteligencia de Hawks: ve las relaciones entre la gente en términos de densidad de los ángulos implícitos, de campos de fuerza psicológicos.
Su vena amarga filosófica tomó el mando. Revela que estaba dotado de grandeza irónica en su carácter, algo que no encajaba con los nuevos gustos de la época.
La película reaviva acontecimientos de antaño mediante la chispa del contacto físico, y sus viejas luchas iluminan las actuales revueltas y batallas con una rabia absoluta que se parece mucho a la del propio cineasta.