De Palma es un director único en su estilo. Resulta ser como Burne-Jones ilustrando a Drácula, creando un efecto que oscila entre lo absurdo y lo que nos hace sonreír gracias a su ridiculez.
Los gérmenes de la peste se transforman velozmente en una variante inofensiva, similar a un resfriado. Sin embargo, la película nunca cambia: simplemente avanza, volviéndose cada vez más peligrosa.