No estoy seguro de que sea una gran película, pero es muy buena. Y se queda y crece en tu cabeza de la manera que sólo las películas con una excepcional inteligencia narrativa pueden hacer.
No es una película fácil de digerir ni, en términos comerciales, particularmente entretenida. Aporta un desafío al espectador, pero a cambio ofrece recompensas excepcionales.
La película presenta dos ideas fundamentales: la guerra como un crimen y la noción de que es un crimen cometido por los viejos contra los jóvenes. La primera idea es incuestionable, aunque poco atractiva. La segunda puede ser debatible, pero tampoco resulta interesante.
Tengo bastantes reservas sobre sus ideas, pero se ven ampliamente superadas por mi admiración por un virtuosismo técnico que, por las buenas y por las malas, consigue al mismo tiempo una intensidad emocional excepcional.
Uno de los directores japoneses más apreciados por el público occidental. Su obra destaca por una íntima conexión emocional, en lugar de enfocarse en pasiones desbordantes.
