Assayas maneja con maestría la transición entre sus apartes y la historia principal, lo que le da un gran impacto, gracias en gran parte al carisma y calidez que aporta Macaigne.
La película se siente como una obra narrativa creada por Herzog sobre un documental inexistente, un enfoque que encarna a la perfección su estilo característico.
Los giros inesperados, hábilmente ejecutados por el director y el elenco, son clave para el éxito de la obra. Fukada logra el equilibrio al suavizar las emociones intensas con una perspectiva fría y desapasionada.
Un drama desconcertante y cruelmente divertido. El segundo largometraje de Bareiša aborda los temas más espinosos imaginables, pero es un director que sabe cuándo es el momento de alejarse.