Gracias en gran parte a la cruda valentía y la intensidad de sus dos interpretaciones principales, realiza un salto cuántico en términos de poder visceral.
Con la ayuda del joven y talentoso director Ferland y la sublime interpretación de Kevin Bacon, Eszterhas ha creado una suave y conmovedora oda a los conflictos universales de madurar.
Kassovitz demuestra su habilidad para transmitir estados emocionales sutiles como la vulnerabilidad, el arrepentimiento y la vacuidad. Estas cualidades son esenciales para el éxito del film.
Es una película que incita a una profunda reflexión sobre la esencia de la verdad, la bondad y la identidad, resultando en un impacto significativo en el espectador.
El difunto Shakur brilla intensamente en su papel como el más optimista del dúo. Su personaje, a pesar de estar desgastado, muestra una paciencia infinita y una fe conmovedora en que, con esfuerzo, todo finalmente se resolverá.