Una obra autobiográfica enérgica e irreverente. Su caos siempre resulta apropiado y tiene suficiente humor, aunque este proviene más de las actuaciones que del material.
Una película cautivadora. Ostrochovsky la moldea con el estilo y la inquietud de un noir, mientras que aumenta la tensión casi a niveles de película de terror.
Un puñado de momentos visual y emocionalmente memorables se muestran más apasionantes que todo el conjunto. Radcliffe ayuda a dar peso a un protagonista elaborado a grandes rasgos como un arquetipo.
Milica Tomovic aborda su narrativa como un microcosmos que refleja la vida fragmentada de sus personajes, así como la desintegración de Yugoslavia. Sin embargo, su enfoque nunca es directo, superficial ni simplista.
Maras logra extraer la tensión adecuada de los momentos más intensos y vívidos de la película. Además, demuestra su habilidad para impactar visualmente, ya sea con o sin el uso de la violencia.
El guion de Nicchiarelli transforma las historias compartidas por quienes conocieron a la protagonista en una obra que evita el sensiblerismo, retratando a una mujer implacable.