Weaver ofrece una interpretación rica e imaginativa, que se siente muy distinta en tono a las anteriores. Además, la dirección de Fincher incluye momentos escalofriantes, con una belleza casi de pesadilla y algunos toques experimentalmente intrigantes.
Es desenfadada y excesiva, con una atmósfera en la que parece que los actores improvisan en momentos de gran extravagancia. Rara vez encuentro obras tan únicas como esta.