Se empeña en ser seria, a pesar de no tener ni un mínimo de reflexión. Está tan ocupada en escenas, tramas y personajes secundarios, que apenas hay tiempo para considerar cómo encaja o deja de encajar.
Una amena crónica de El Juicio a las Juntas. Darín realiza un trabajo excepcional al entrelazar los aspectos procesales, históricos y domésticos de este drama con sutilezas y gran habilidad.
Es fascinante cuando habla su protagonista, en persona y a través de su música; y un tedioso rollazo cuando se convierte en un carrusel de entrevistados proclamando su genio en términos hiperbólicos.
Este documental representa un valioso relato sobre el trato que ha recibido un niño actor en la industria cinematográfica. Sin embargo, como obra de arte y retrato personal, su falta de claridad genera cierta inquietud.
Su ritmo controlado, su acabado visual y su visión interna de las varias pretensiones dentro de la realización cinematográfica la hacen un vehículo consistente y entretenido, aunque nunca llega a ser hilarante.