Los cambios emocionales de los personajes son auténticamente conmovedores y se logran transmitir de manera efectiva. Sødahl demuestra ser una talentosa observadora, mostrando una habilidad notable para captar momentos sutiles.
Raboy tiene un talento especial para construir atmósferas intrigantes. Sus impactantes primeros planos generan expectativas de algo excepcional. Sin embargo, al final, esa promesa se queda sin cumplir y nos deja con una sensación de insatisfacción.