A pesar de que la premisa de la película resulta atractiva, los personajes carecen de profundidad y la trama se siente excesivamente simplificada. Además, el aspecto visual no logra captar la atención como se esperaba.
Finney está en excelente forma y aporta un toque maravillosamente juguetón a la historia, lo que la convierte en una razón suficiente para disfrutarla.
Kieslowski combina el humor con una sátira anticapitalista que se manifiesta a través de Karol, lo cual resulta ser la parte más gratificante de la película.