Es una obra que trasciende el tiempo, aborda temas que resuenan con todos y, lo más importante, logra lo que toda película debería: conectar contigo, cautivar tu atención, provocar emociones y ofrecer un entretenimiento genuino.
Una trama intrincada con un ángulo humanista. Curiosamente, el villano no es el gobierno norcoreano que algunas películas antibelicistas intentan mostrar, sino un oficial individual del régimen.