Aunque es una carta de amor al ícono, 'Pavarotti' se centra en rendir homenaje al individuo que se ocultaba tras la fachada, recordando que fue tanto su humanidad como su talento lo que lo convirtió en una estrella.
Parece una colección de ideas que nunca suman. El único consuelo que ofrece este disperso multiverso es que, aunque no sea muy bueno, al menos cuenta con el regreso de Raimi.
Ni siquiera el carisma innegable de su protagonista logra contrarrestar un diseño de producción cuestionable, unos personajes poco desarrollados y una metáfora absurda acerca de las razas.
Buena pero no excelente, 'The Boogeyman' recuerda vívidamente a los espectadores lo que es tener miedo a la oscuridad, pero para bien o para mal, el efecto no perdura una vez que las luces vuelven a encenderse.
La serie Sonic parece apresurarse en su desarrollo, especialmente cuando los acompañantes y asistentes de su público objetivo no logran esperar hasta el final de los créditos para salir corriendo.
Nos recuerda por qué Hollywood casi ha abandonado los intentos de copiar los éxitos de Tarantino y Ritchie. Esta película no solo es tediosa, tonta, hinchada y simplista, también es redundante.
'Grand Piano' transforma una situación insólita en un intrigante enfrentamiento de voluntades, expandiendo los límites de un entorno singular y los misterios en tiempo real, gracias a un concepto ingenioso y un estilo sofisticado.
Indudablemente no es apta para niños. Una aventura inteligente y adecuadamente desenfrenada que debería ganarse incluso a los que no tienen un amigo peludo esperándoles en casa.
El reparto liderado por Aaron Pierre ofrece una nueva perspectiva a una trama familiar, aunque queda la duda de si realmente aporta algo positivo a la narrativa o a la experiencia del espectador.