Moody exhibe creatividad y profundidad, además de un toque de grandeza. El homenaje de la Academia al sonido y al diseño artístico es plenamente merecido.
Audrey Hepburn y Shirley MacLaine no logran impresionar en sus papeles, pero James Garner ofrece una actuación excepcional que destaca por encima del resto.
Las secuencias de acción resultan enormemente intensas, sin embargo, Kennedy carece del carisma necesario para convertir esta obra en algo imprescindible.
La combinación inconsistente de violencia moderna con los valores clásicos del western se siente desestructurada bajo la dirección de Andrew V McLaglen.
Un fascinante estudio de la sexualidad de Monroe, al que ayuda el hecho de que ella y el reemplazo de Peck, el rompecorazones Yves Montad, estuvieron románticamente involucrados en la vida real en esos momentos.
Una película de dimensiones verdaderamente épicas. Gracias a la combinación del gran director William Wyler y el excelente reparto, el film nunca resulta aburrido, a pesar de su duración.
El desempeño de Widmark es impresionante, capturando una interpretación intensa y desesperada. Además, el director muestra un gran talento al utilizar las localizaciones de Londres de manera inteligente y atmosférica.
Hawn ofrece una actuación encantadora, mientras que Matthau cumple con su papel. Sin embargo, el guion es débil y Bergman no parece encajar con su personaje, mostrándose incómodo en varias escenas.
Es sencillo señalar al director John Frankenheimer como el responsable de que esta película sea difícil de seguir, pero el verdadero problema radica en que la obra original de Robert Ludlum resulta complicada de adaptar al cine.