Esta extraordinaria y creativa obra maestra fue realizada por el incomparable Preston Sturges. Ofrece dos papeles asombrosos a dos de los más destacados actores de Hollywood.
Hawn ofrece una actuación encantadora, mientras que Matthau cumple con su papel. Sin embargo, el guion es débil y Bergman no parece encajar con su personaje, mostrándose incómodo en varias escenas.
Es sencillo señalar al director John Frankenheimer como el responsable de que esta película sea difícil de seguir, pero el verdadero problema radica en que la obra original de Robert Ludlum resulta complicada de adaptar al cine.