La quinta temporada logra equilibrar de manera magistral el drama cotidiano con un ritmo acelerado, generando una sensación persistente de que la historia se aproxima a su conclusión.
Indudablemente, no es perfecta, pero considerando el ridículo peso de las expectativas descansando sobre los hombros de Adam Shankman, sus guionistas y sus estrellas, ofrece mucho que admirar.
La primera temporada se destaca por su calidad excepcional, atrevida y brillante. Su narrativa resulta tanto estimulante como compleja, dejando una impresión duradera.