La película se divide en dos segmentos completamente diferentes: uno descriptivo y otro que se asemeja más a un thriller. Lo más destacado es el cautivador desempeño de Tilda Swinton.
Un relato predecible pero amable, bienintencionado y edificante. Un mosaico de corrección que a menudo cae en la cursilería. Su principal valor radica en la calidad de sus intérpretes.
No va prácticamente de nada, tan sólo es un juego escatológico de un director con poco o nada que contar o el retrato de un personaje tan estúpido como diagnostica el propio título.
Charuel se aventura en varios géneros para infundir emoción y tensión en los rincones de este drama, con un espíritu crepuscular que permea de manera sutil toda la película.
Tontuna canina. Una burda caricatura de un sinfín de películas exitosas, que se regodea en los tópicos y presenta patéticas secuencias de romanticismo canino.
Bellísimo documental. Sus imágenes simples transmiten la emoción de los sentimientos básicos, comunes a todos los seres humanos. Destaca la fascinación hipnótica que surge de los comportamientos cotidianos de estos actores ocasionales.
Alejandro Amenábar deslumbra con su habilidad para manejar sus recursos, mostrando una solvencia ya demostrada y una excelente capacidad para moverse entre diferentes géneros y presupuestos.
El cineasta construye un relato intenso y elegante, lleno de sensibilidad, que se presenta como un drama contundente con intenciones claramente antibelicistas.
Los deslumbrantes paisajes, la omnipresente música almibarada y un guion de brocha gorda no logran capturar adecuadamente la fuerza dramática de la propuesta.