No va prácticamente de nada, tan sólo es un juego escatológico de un director con poco o nada que contar o el retrato de un personaje tan estúpido como diagnostica el propio título.
Charuel se aventura en varios géneros para infundir emoción y tensión en los rincones de este drama, con un espíritu crepuscular que permea de manera sutil toda la película.
Bellísimo documental. Sus imágenes simples transmiten la emoción de los sentimientos básicos, comunes a todos los seres humanos. Destaca la fascinación hipnótica que surge de los comportamientos cotidianos de estos actores ocasionales.
El cineasta construye un relato intenso y elegante, lleno de sensibilidad, que se presenta como un drama contundente con intenciones claramente antibelicistas.
Sobresalen la apabullante ambientación de época y el trabajo deslumbrante de sus protagonistas, con una Carey Mulligan que llena de autenticidad su personaje.
Astracanada gótica. Parodia un puñado de referencias literarias y cinematográficas sin un propósito concreto ni intento alguno de trenzar una verdadera historia.
Repleta de imágenes poderosas y sosteniéndose sobre todo en el gran trabajo de un gran reparto, la narración evoluciona hacia terrenos más desgarrados y menos convencionales a medida que avanza.
Con impoluta corrección formal y destellos de lirismo musical, el director levanta un convincente andamiaje dramático, especialmente en la primera mitad.
Guerra y Cristina Gallego logran combinar de manera efectiva el trágico aliento de su historia con las impactantes imágenes de la figura humana frente a la vastedad de la naturaleza, creando un relato intenso y conmovedor.