Una película modesta pero encantadora, que reconoce sus propias limitaciones. Los diálogos están llenos de frescura y la historia ofrece una sátira sólida sobre las redes sociales y los youtubers.
Cóctel disparatado. Las persecuciones carecen de una buena ejecución, los chistes son poco ingeniosos, la representación del medievo es poco realista y la temática sexual, presente en todos los aspectos, se siente más como una postal que como parte de la narrativa.
Este terror juvenil se presenta como una interesante variante de la saga Saw. Supera a muchas películas de su género gracias a una producción cuidada y un elenco sólido.
Más que miedo, esta película genera una sensación de aburrimiento. Se presenta como una mezcla densa y difícil de digerir, plagada de incoherencias y actuaciones mediocres. Además, su duración es excesiva.
Tan interesante como irregular, la historia resulta excesivamente oscura y profunda, lo que hace falta es un poco de humor para equilibrar las cosas. Lo más destacado sin duda es el gran trabajo de todo el elenco.
Desde la extraordinaria 'La noche de los muertos vivientes' (1968), ninguna película de zombies ni serie televisiva había logrado alcanzar la excelencia de esta producción surcoreana.
Lo que se relata genera una profunda inquietud, el montaje logra un ritmo perfecto y mantiene el suspense. Sin embargo, Nekrasov parece padecer lo que muchos documentalistas enfrentan, una influencia evidente de Michael Moore.
La carrera de Yasujiro Ozu está marcada por una serie de obras maestras, siendo esta la más destacada. Presenta un profundo retrato de la descomposición de Japón tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial.
La belleza de las imágenes es el principal aliciente del filme, aunque se puede sentir la falta de profundidad en su guion dramático. Mario Casas se destaca en su papel.
El filme, bajo su apariencia que se atiene a los estándares del subgénero judicial, revela un análisis agudo y perspicaz de los conflictos entre generaciones.
Un documental que realmente se destaca, donde se anima al espectador a reflexionar sobre las complejas creencias de un personaje fascinante y lleno de contradicciones.
El guión resulta ser bastante insustancial y plano, sin embargo, la dirección logra crear una atmósfera envolvente y perturbadora que mantiene al espectador cautivado desde el inicio hasta el final.
Notable ópera prima con un magistral Marcus Rutherford y una impactante Sophie Kennedy Clark. Una narrativa sincera que presenta una mezcla de luces y sombras.
Una producción casera y amateur que puede ser divertida si la ves en casa de amigos que la han hecho. Sin embargo, no justifica el precio de una entrada al cine.
La película comienza de manera explosiva, pero tras el primer tercio pierde su impulso. Es notable cómo Martínez-Lázaro logra exprimir el potencial de los personajes secundarios, quienes ofrecen los momentos más memorables.
Memez pseudotranscendental. Los diálogos generan vergüenza, el elenco ofrece una actuación sin emoción, y la dirección es exagerada, recargada y faltante de coherencia.