Cansino y rutinario ejercicio de pirotecnia y destrucción, es una versión 2.0 del clásico setentero 'El coloso en llamas', con mejoras técnicas pero carente de un guion sólido y un reparto difícil de digerir.
Un suspense bien calibrado y un elenco selecto se suman a las razones que hacen de 'Sólo las bestias' una de las producciones más cautivadoras y perturbadoras estrenadas este año.
No es una película narrativa, sino más bien contemplativa. Se puede disfrutar de la notable fotografía de Ivan Markovic, aunque eso no logra evitar que la trama resulte algo aburrida en momentos.
Una película modesta pero encantadora, que reconoce sus propias limitaciones. Los diálogos están llenos de frescura y la historia ofrece una sátira sólida sobre las redes sociales y los youtubers.
Cóctel disparatado. Las persecuciones carecen de una buena ejecución, los chistes son poco ingeniosos, la representación del medievo es poco realista y la temática sexual, presente en todos los aspectos, se siente más como una postal que como parte de la narrativa.
Este terror juvenil se presenta como una interesante variante de la saga Saw. Supera a muchas películas de su género gracias a una producción cuidada y un elenco sólido.
Más que miedo, esta película genera una sensación de aburrimiento. Se presenta como una mezcla densa y difícil de digerir, plagada de incoherencias y actuaciones mediocres. Además, su duración es excesiva.
Lo más lamentable del filme no es solo su escasa originalidad o su mensaje anticuado, sino que comete el error más grande que puede tener una obra que se supone que entretiene: aburre. Es realmente cansino.
Se presentan situaciones de gran tensión y desasosiego, en ocasiones acentuadas por la música. Se crea una atmósfera que resulta opresiva y casi onírica, evocando la sensación de una pesadilla.
Tan interesante como irregular, la historia resulta excesivamente oscura y profunda, lo que hace falta es un poco de humor para equilibrar las cosas. Lo más destacado sin duda es el gran trabajo de todo el elenco.
Desde la extraordinaria 'La noche de los muertos vivientes' (1968), ninguna película de zombies ni serie televisiva había logrado alcanzar la excelencia de esta producción surcoreana.
Lo que se relata genera una profunda inquietud, el montaje logra un ritmo perfecto y mantiene el suspense. Sin embargo, Nekrasov parece padecer lo que muchos documentalistas enfrentan, una influencia evidente de Michael Moore.
La carrera de Yasujiro Ozu está marcada por una serie de obras maestras, siendo esta la más destacada. Presenta un profundo retrato de la descomposición de Japón tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial.
La parte de comedia es excepcional, ofreciendo momentos hilarantes que rozan lo surrealista. Sin embargo, el componente melodramático se siente un poco forzado y menos natural. A pesar de eso, es una película que vale la pena ver.
La belleza de las imágenes es el principal aliciente del filme, aunque se puede sentir la falta de profundidad en su guion dramático. Mario Casas se destaca en su papel.
Divertida y educativa para los niños, además de entretenida y segura para los adultos. Es de agradecer que respete a toda la audiencia en este tipo de cine.
El filme, bajo su apariencia que se atiene a los estándares del subgénero judicial, revela un análisis agudo y perspicaz de los conflictos entre generaciones.