En 'Lo mejor está por venir', el italiano Nanni Moretti demuestra una vez más su firme creencia en la capacidad transformadora del cine. Esta obra se presenta como una reflexión nostálgica, emotiva y aguda.
La directora catalana priorizó el cálculo en lugar del riesgo, lo que resultó en una película pulida pero previsible. Varias escenas se ven afectadas por una banda sonora que, con sus soluciones convencionales, se vuelve monótona.
Técnicamente impecable, la película de Laplace presenta un ritmo narrativo sostenido y un destacado desempeño del protagonista. Sin embargo, no logra cumplir con la promesa de retratar a Perón en sus virtudes y contradicciones.
Una historia dinámica que propone constantemente entrar en el juego de la reinterpretación y cocinada con los condimentos del thriller, las películas de espionaje y el melodrama, pero por fortuna alejada de la solemnidad.
La teoría del todo evita hábilmente cualquier polémica y persigue de manera insistente el consenso mediante estrategias cinematográficas que resultan tan convencionales que pueden llegar a aburrir.
Una trama argumental densa que a veces flirtea con la parodia y que se desarrolla con gran fluidez gracias al trabajo excepcional de Daniel Hendler, Dolores Fonzi, Luis Machín y Germán de Silva.
Parte de una premisa forzada y la sostiene como puede a lo largo de una historia que avanza a los tropezones, mayormente a expensas de una suma de arbitrariedades que el guión hilvana sin culpa ni control.
Por el control notable del ritmo, el estilo interpretativo y la dosificación del humor para mantener un sabor agridulce, esta serie alemana de apenas cuatro capítulos puede remitir a 'Red social' y a las series 'Halt And Catch Fire' y 'Silicon Valley'.
Una película biográfica atrevida y algo desmelenada que por momentos se tiñe por completo del tono de la comedia negra. El trabajo superlativo de Robbie genera compasión y empatía, insuflando potencia y emotividad a toda la película.
No hay golpes bajos ni estridencias en este film de Muñoz. Es un homenaje respetuoso, construido con cariño por el personaje y sin excesos emotivos. La narración fluye sin tropiezos y el trabajo de puesta en escena es verdaderamente virtuoso.
Freeman también sabe cómo reutilizar algún matiz de los personajes que interpretó en películas como 'Besos que matan' (2001) y 'Telaraña' (1997). Pero su oficio no alcanza para mejorar demasiado una película trillada y errática.
Lo que atrapa de 'El loro y el cisne' es la habilidad del director para lograr una convivencia armónica entre varios registros distintos y su inquebrantable apuesta a un humor ligero y juguetón.