El tiburón tiene más tiempo en pantalla que en la película anterior, pero esta elección no resulta acertada, ya que su apariencia se nota considerablemente más barata.
[Wayne] aporta un matiz ligero a su actuación que se alinea de manera perfecta con el tono de esta comedia romántica clásica. Su encanto genuino y su gran corazón hacen que la película brille.
La película presenta momentos de verdadera genialidad, donde su impresionante potencia visual se destaca, otorgándole a la obra esas renombradas características visionarias.
Es el tipo de película que convierte la pantalla en un altar. Arrodillado ante su resbaladiza fachada de magnificencia ochentera, te encuentras a la sombra de una película que ha definido el blockbuster de acción moderno.
Aunque esta poco concisa y sombría secuela puede minar la credibilidad de la franquicia, no se puede negar la satisfacción de ver una batalla final como la que aquí se representa.
Cuando llega la gran pelea, hemos visto a Rocky pasar por tantas cosas que parece un milagro que haya llegado hasta ahí. Una película tierna y conmovedora.