Es una película que nos hace reír, que nos reconcilia con la vida y que nos invita a volver a unirnos, a volver a ser familia. (...) me encanta la sutileza con la que el maestro Alazraki se mete con temas tan profundos.
Es un 'bocatto di cardinale', una experiencia premium para paladares que aprecian la televisión más allá de los lugares comunes, del 'fast content' y todas estas tendencias que tienen a la industria como la tienen.
No hay manera de verla y no volverse adicto. Es la combinación más fabulosa de algo tan real como los servicios telefónicos de emergencia y las peores fantasías catastróficas que cualquiera pudiera llegar a imaginar.
Esto es una barbaridad en términos estructurales va sorprendiendo hasta que al final todo estalla en un espectáculo muy al estilo de Anne Rice donde la maldad sirve para explicar conflictos, para sanar a quien la mira.
Entre batalla y batalla, dice cosas muy inteligentes sobre los peores conflictos que todos estamos viviendo en la actualidad y porque es un derroche de producción y efectos especiales.
Qué sorpresa tan más agradable la de este experimento hispano-mexicano que a partir del lugar común de quedarse atrapado en un elevador, construye algo nuevo, cómico, duro, romántico.
Es uno de esos garbanzos de a libra, totalmente innovadores, que llegan muy pocas veces a la pantalla y que cuando aparecen, hay que devorarlos con particular alegría.
¿Por qué ver esta propuesta? Porque desafía el espíritu bíblico de la Semana Santa, añade un toque morboso y, al final, se convierte en un buen distractor. Es realmente entretenida.
Es exactamente ese tipo de película de entretenimiento que a partir de una “bobería” crece, crece y crece hasta transformarse en una alucinante cinta de terror, de suspenso.
Amo 'La divina gula' por muchas razones. Primero, porque no me cabe en la cabeza que nadie más haya hecho esto antes así, en grande, bonito, a lo bestia, calidad global.