La realización de von Trotta se presenta como una obra poco efectiva, con momentos interesantes relacionados con hechos y situaciones provocadas por una personalidad cautivadora, que, sin embargo, se desvincula de lo que el guión ofrece.
Una sensible y ajustada utilización de ambientes, tanto interiores como exteriores, y los arquetípicos aspectos físicos de varios personajes, coadyuvan en el sólido andamiaje de este cautivante relato.
La industria del cine creó, una vez más, un producto de epidérmico e insustancial atractivo. El elenco cumple ajustadamente cuanto se le solicita, la fotografía es irreprochable.
Mirada complaciente. La realización no proviene de la factoría del Tío Walt, pero se parece a los productos cinematográficos con actores allí fabricados.
Al margen de lo cinematográfico, este es un título inserto en los vertiginosos cambios experimentados por la sociedad en los últimos años, cuyos ramalazos finales tal vez aún no han llegado.
Quien se avenga a aceptar esas secuencias escasamente creíbles, tendrá una peripecia de acción concebida con la misma liviandad con que lo hacen los telefilms.
Esta producción es diferente. La pasión con que narra Scorsese parece ser la misma que caracteriza a ese Belfort, temperamentalmente interpretado con vigor por Leonardo DiCaprio.
En contadas oportunidades irrumpen títulos que como este ejemplifican la pureza del relato cinematográfico; toda una lección para un altísimo porcentaje del cine que nos llega.
GIllespie y el guionista Steven Rogers no solo han logrado la vivisección de una estrella deportiva, sino que también han presentado una mirada contundente sobre el medio que la rodea.
Los apasionantes planteos éticos y políticos de 'Candelaria', poseen el sustento formidable constituido por su conmovedora historia de amor, a su vez apoyada en una descomunal labor interpretativa.
Consigue la imagen real y casi antiheroica de un pueblo que reclama sus libertades e información, mientras reniega de un periodo que ha sido falsamente ensalzado.