A pesar de su falta de originalidad y de un tercer acto que recuerda a Karate Kid, la película de Bernard tiene un noble espíritu. Sus enseñanzas sobre la perseverancia, el esfuerzo y la fidelidad a los sueños son innegables.
Puede que 'Saltburn' no sea una obra original, pero es la forma en que nos narra la historia de Oliver Quick lo que hace que su propuesta resulte irresistiblemente tentadora.
La película número 50 de Woody Allen quizás no sea la más destacada de su carrera, pero se sitúa muy por encima de los productos vacíos que llenan las salas de cine.
No es un producto original, pero resulta ser una película sumamente divertida. Se nota que los actores disfrutaron el rodaje y esa alegría se refleja en la pantalla.
Es extremadamente violenta, poco original, carece de lógica, es políticamente incorrecta y deja un mensaje éticamente ambiguo, pero es en todos esos aspectos donde radica su encanto.
'Competencia oficial' no es solo para reírnos del otro. Como las mejores comedias, nos permite reírnos de nosotros mismos, de nuestra naturaleza neurótica, patética y ridícula.
Pertenece al grupo de las comedias irreverentes y, al mismo tiempo, al grupo de los dramas intimistas acerca del fin del mundo. Pero queda la sensación de que no hay metáforas ni enseñanzas.
Al encontrar inspiración en 'Las reglas del juego' de Renoir, así como en las películas de Almodóvar, esta comedia de enredos sobre la lucha de clases, termina siendo una grata experiencia.
El director palestino Elia Suleiman se representa nuevamente en una comedia con un trasfondo político, que guarda similitudes con el cine de Jacques Tati, Aki Kaurismäki y Jafar Panahi.
El final deja un sabor amargo y perturbador, requisito indispensable para este tipo de películas que exploran el infierno que subyace en los pueblos pequeños que, a primera vista, parecen pacíficos.
Con una fotografía evocadora y una puesta en escena impecable, nos llega desde Polonia una fábula acerca de un hombre, al que un cambio en su apariencia hace que la sociedad lo señale como un monstruo.
La única comedia realizada por el gran Stanley Kubrick es todo un clásico del cine que se burla del absurdo de la guerra y de la inminencia del apocalipsis nuclear.
La historia es simple y algo repetitiva, pero esto se ve compensado por una dirección de arte sorprendente y un manejo del ritmo excepcional por parte de Álvarez.
Lo que hace Garland aquí es mostrarnos el infierno de la guerra de una manera deformada, absurda, inferida y surrealista, como lo hicieron Coppola con 'Apocalypse Now' y Kubrick con 'Full Metal Jacket'.