Gosnell devolvió a los pitufos la dignidad que habían perdido. Sus pitufos son simpáticos, divertidos (especialmente el gruñón) y, efectivamente, son tan blanditos como recordábamos, pero sin caer en el exceso.
Schrader demuestra su sensibilidad al evitar representar a Harvey Weinstein directamente. Opta por permitir que las víctimas sean quienes relaten los actos perpetrados por él, lo cual es una decisión muy acertada.
Propaganda contra Woody Allen y una falta de rigor periodístico. Este "documental" carece de la objetividad necesaria, siendo dogmático, parcial y sensacionalista. Se presenta como un intenso lavado de imagen de Mia Farrow.
Si bien el retrato que componen los testimonios es escalofriante y a la vez extremadamente pobre, uno se cuestiona qué aporta realmente la imagen y si, en realidad, no habría sido más efectivo como un podcast.
Es complicado determinar qué influencia predomina en la escritura de 'Spotlight': si la de Aaron Sorkin, creador de 'The Newsroom', o la de David Simon, productor ejecutivo de 'The Wire'.
Aunque Amenábar recurre a sus clichés más utilizados, logra hacernos experimentar la misma duda que atormenta al protagonista: ¿es el miedo real o simplemente algo que hemos creado en nuestra mente?
Vinterberg dispara y acierta. El guión está tejido con una precisión casi documental, acompañado de una fotografía brumosa, un montaje sutil y un ritmo que recuerda al frío invierno danés.
Es el reverso luminoso de 'El hilo invisible', ya que enamorarse en esta película es una experiencia hermosa, sincera y plena, al igual que el propio filme. Hoffman muestra que el talento se hereda.
La mirada de Landes sobre la violencia es más perversa cuando se presenta de manera implícita. Su sutileza transforma el terror en una experiencia cinematográfica sublime. El resultado es a la vez horroroso y bello.
Olivia Wilde logra que compartamos la misma alegría que las protagonistas de la historia. La interacción entre ellas en plano contraplano sería suficiente para validar la película, lo que la convierte en un prometedor debut.
Se sitúa en el futuro y es en la dirección de arte y de vestuario donde brilla con luz propia. Sin embargo, su desarrollo resulta algo excesivo e intrascendente. Se aprecia el esfuerzo en la imaginería.
Goza de un guion exquisito, una fotografía y un color tan medidos que nos transportan a un nostálgico 2003 o las interpretaciones excelentes, conmovedoras. La película es un símbolo en la lucha contra la discriminación hacia la mujer.
Es innegable el logrado resultado de este proyecto apadrinado por Isaki Lacuesta y León Siminiani que ha encontrado su mejor puntuación en la distribución de Avalon.
Mia Hansen-Løve, en una época marcada por Spotify, crea un retrato generacional casi al azar, sin apegarse a la nostalgia, manteniendo una distancia incluso desde su interior.
El resultado resulta tan familiar como observar un muro de Facebook. Es interesante apreciar la variedad de información combinada en un solo lugar, pero carece de un aporte significativo.
Acercamiento honesto a la adopción, explorando el sentimiento tanto del adoptado como del adoptante, destacando la maravillosa actuación de Nicole Kidman. La película aborda las piezas que se unen en esta experiencia y el inevitable vacío de no conocer nuestras raíces y la identidad que nos define.