Un gran éxito comercial, una salvaje y desequilibrada parodia de 'Top gun' y otros taquillazos. Los chistes se acumulan con desorden, pero tienen su punto...
Delicada, inteligente, sencilla y romántica película. El amor, atrapado en un enredo de noches, barras de bar y radio, estalla en un argumento tan impreciso como atractivo.
Generosas dosis del más refinado y malévolo humor británico, gamberrismo inteligente, sana irreverencia, ironía salvaje y corrosión generalizada. Es, además, una obra maestra.
Sátira berlanguiana sobre el tráfico de influencias en los tiempos del franquismo. Del esperpento al disparate total, el desfile de personajes y situaciones es realmente notable.
La historia, que avanza de manera lenta y tediosa, gira en torno a un triángulo homosexual con elementos delirantes. Aunque el guión presenta buenas ideas, estas no están bien desarrolladas. No obstante, la visión estética del director finalmente logra rescatar la obra.
Un edificio y un héroe se enfrentan a una intensa secuencia de tiroteos, explosiones y caídas impresionantes que mantienen al espectador al borde de su asiento. Podrán considerarlo excesivo, pero es realmente una obra maestra del cine catastrofista.
La primera parte, con su humor excepcional y la encantadora Anne Bancroft, continúa siendo lo más destacado. Este es un auténtico clásico de la década de los sesenta que perdura en la memoria.
La fotografía en blanco y negro es asombrosa y destaca los innumerables detalles que Akira Kurosawa utiliza para dar vida a su magnífica epopeya bélica. Es una experiencia cinematográfica excepcional.