Una película necesaria, presidida por la calmosa autoridad moral de la estupenda Ascaride. Y sí, está bien para poner en colegios, casi mejor que en cines.
Es en realidad como un episodio largo de 'Sexy Money', aquella serie en la que Sutherland lidiaba con hijos privilegiados que solían despilfarrar sus fortunas.
El director emplea sin hesitación criaturas ocultas bajo la cama y diversas apariciones, junto con efectos sonoros estridentes, sustos sorprendentes y otros recursos de baja calidad.
Vivir la experiencia de la película no debería resultar tan tedioso como lo es para la pareja protagonista. El inconveniente no radica en la actuación, sino en los diálogos reiterativos y en la música igualmente monótona que intenta guiarnos en nuestras emociones.
Uno al que echa de menos es al Morgan Freeman de 'Invictus', película que explicaba mucho mejor y con menos metraje lo público y lo privado de Mandela. Y eso que Idris Elba encarna aquí su figura divinamente.
Es un viaje al imaginario del cine, la versión hardcore de «The Artist» para aquellos que no tienen miedo de ver una película marcada por un efectivo distanciamiento.
Funciona bastante bien. Ver el rostro de Anouk Aimee en plano-contraplano con el de un deteriorado Trintignant resulta completamente proustiano, incluso si no se tiene nostalgia de la película original.
Esta es una de las películas recientes mejor realizadas e interpretadas, pero no aparecerá en los hit parades del año: ¿por qué? Porque la dirige Atom Egoyan pero sobre todo porque no parece suya.
La forma en que se narra el nacimiento de una gradual confianza entre las dos mujeres es ejemplo de aplomo y sutileza narrativa, especialmente llamativos tratándose de una ópera prima.
La película de Fernando Meirelles capta la atención al retratar la pompa y la burocracia del Vaticano. Pryce ofrece una actuación magnífica, pero Hopkins destaca con una presencia abrumadora. Se presenta un duelo cautivador entre ambos personajes.
Cuando inicia el juego de la verdad, las revelaciones son tan predecibles que uno solo puede apoyarse en el excelente elenco. Sería inapropiado señalar a uno en particular en esta obra coral.
Nadie debería pensar que esta es una buena película; sin embargo, puede resultar más interesante que otras que son de mejor calidad. Lo mejor de todo es Tiffany Haddish, quien representa lo opuesto de lo que fue Audrey Hepburn.