Corsini, que ya cuenta con un recorrido de 18 películas, intenta con 'Tiempo de revelaciones' hacer una declaración lésbica. Sin embargo, es cuestionable si esta compleja trama de secretos logra cumplir con tal pretensión.
Es la tierra de la adolescencia perpetua, que obliga a preguntarse si este cine dejará algún día de jugar a los aficionados, si pasará más allá de la diversión del cuarto medio y si podrá desprenderse de las imitaciones y las parodias para convertirse en el cine popular con raíces propias.
Uno está obligado a preguntarse por qué gente inteligente, con carreras brillantes, que ha tenido un paso inolvidable por el cine, acepta participar en una cosa como esta, más previsible que interesante, más penosa que estimulante y más denigrante que divertida.
Esta es, por lejos, la película más hablada de toda la filmografía de Cronenberg. Y sin embargo es cine puro, donde todo el lenguaje se juega en el punto de vista, la posición de la cámara.
Con todo, la falla principal de 'Promesa de vida' no es ese choque con la credulidad, sino su propia incoherencia fílmica, esa combinación chirriante de dolor con turismo, de pérdida con magia y de tragedia filial con romance intercultural que lo hace todo liviano.
Bourdos edifica este universo con una sensibilidad artística que se ajusta a los tópicos que muchos, tal vez en exceso, asocian al arte, convirtiéndolo en una suerte de turismo sensorial.
Giannoli dirige con una estética barroca que refleja la turbulencia emocional de la protagonista y su perturbación interna, permeada por el kitsch y la extravagancia. Aunque hay algunas ideas poco claras, sus pretensiones no llegan a interferir con el avance de la película.
Esta es la primera cinta de Woody Allen con Storaro, pero es como si el instrumento se hubiera encontrado con su intérprete. La precisión de la cámara, la ligereza de la composición, la cascada de colores, es todo lo que Woody Allen pudo querer para una historia.
Anderson disfruta de lo que hace, como lo demuestra el uso de un impresionante reparto en papeles menores, pero ese placer puede restar profundidad a sus obras.
Se necesita una marcada obsesión por el sufrimiento y la sangre para realizar esta película. Esta misma fijación se encuentra en la obra de Mel Gibson. Es un tipo de masoquismo visual relacionado con un sentimiento religioso intensamente expresado, que prácticamente no se refleja en las imágenes.
Un filme político que, sin embargo, se centra en el reverso de la política: la creación del antimito, la contrametáfora, y la simplificación de la ideología a través del simbolismo. También se enfoca en denotar la incoherencia como una forma de traición. La figura real de Neruda tiene poca relevancia, ya que está diseñada para respaldar la tesis y
Sokurov es posiblemente el cineasta más ambicioso del panorama cinematográfico actual. Sus obras poseen la singular habilidad de llevar los elementos narrativos a dimensiones inesperadas, transformándose en expresiones monumentales de la lucha humana. Un cine excepcional.
[Spielberg] no es un cineasta sintético y esa inclinación se convierte en uno de los peores lastres de Puente de espías, porque revela una cierta falta de convicción del cineasta acerca de cuál es el verdadero centro de su película.
El problema con este meta-cine de corte biográfico radica en un aspecto externo a la obra misma: la comparación resulta demasiado accesible y, con frecuencia, el material referencial se posiciona en un nivel superior.