Su estilo a la vieja usanza tiene aspectos tanto positivos como negativos. Presenta los elementos que esperas de una historia de este tipo, pero también transmite una sensación rancia y anticuada.
No hay nada aquí que no hayas visto antes, pero aun así es una película difícil de resistir, como una canción que sigues tarareando incluso cuando ya has olvidado la melodía.
La historia, basada en hechos reales, de la lucha de una periodista contra una extraña enfermedad cerebral resulta prometedora en un inicio, pero rápidamente se convierte en un culebrón trillado.
Para estar llena de imágenes provocadoras y violentas, es sorprendente lo poco que se nos queda en la mente una vez que pasan los créditos. Es demasiado intensa para atormentar de verdad.
El control tonal de Janiak, que sabe cuándo guiñar el ojo y cuándo mantener la seriedad, hace que este capítulo sea igual de efectivo, un final conmovedor para terminar una saga nueva victoriosa.
Ofrece ideas interesantes, pero su corta duración provoca que resulte sobrecargada. Las cuatro jóvenes destacan en sus actuaciones, aunque salvo Spaeny, ninguna de ellas logra contar su historia de manera efectiva.
Un relanzamiento confuso y sin misterio de un clásico de la animación, que intenta, y no consigue, actualizar la fórmula, añadiendo un giro superheroico sin gracia.