Katie Holmes resulta tan desganada como el público en esta secuela poco inspirada. La película carece de coherencia y parece estar hecha con desinterés.
Puede que el extraño argumento haga que 'Candy Cane Lane' destaque entre la insulsa y ajetreada multitud de nuevas películas navideñas, pero es tan floja y carente de espíritu como el resto de ellas.
Ni siquiera un reparto talentoso puede rescatar una película carente de gracia. El guion escasamente presenta frases o situaciones que logren hacer reír.
Un relanzamiento confuso y sin misterio de un clásico de la animación, que intenta, y no consigue, actualizar la fórmula, añadiendo un giro superheroico sin gracia.
Una película letárgica y emocionalmente vacía. Sería generoso afirmar que la caracterización del guion es escasa; en realidad, hay que decir que es inexistente.
Situar la excentricidad que gusta al público por encima de la autenticidad es un tropiezo frustrante que hace que el film no sea un descubrimiento milagroso sino un producto bien posicionado para recaudar.
Aubrey Plaza brilla en su papel, presentando a Ingrid con gran profundidad y complejidad. La película combina un humor irreverente con momentos de una tristeza profunda, creando una experiencia única.
El actor ofrece una interpretación sólida de un individuo ansioso por mejorar su posición social en este drama complejo, que se destaca más como un análisis profundo de un personaje con fallas.
Sarnoski es un director visual talentoso que ha montado un debut prometedor, pero imperfecto. 'Pig' es tan tranquila como Cage, lo que puede ser tanto una ventaja como una desventaja; a veces es demasiado pausada para destacar realmente, aunque también resulta conmovedora.
En su primer trabajo detrás de las cámaras, Penny utiliza ciertos elementos convencionales mientras intenta añadir algo innovador a una fórmula que ha demostrado ser efectiva, aunque termina quedándose a medio camino en su intento.
Las preguntas escalofriantemente no respondidas de la historia reciben las respuestas más obvias imaginables y se deja la empatía descuidadamente a un lado, junto con la lógica y el interés.