Sydney Sweeney y Glen Powell ofrecen una pareja atractiva, aunque poco creíble, en una comedia romántica que brilla en su presentación, pero carece de verdadero encanto.
La exitosa novela de Colleen Hoover se traslada a la gran pantalla con éxito y eficacia emocional. Es una película de gran emoción, a veces muy poco sutil, pero con una gran fuerza.
La película destaca por su estilo clásico, tanto en la narrativa como en la estética. Es una comedia familiar vibrante que ofrece una trama divertida y amena.
Un filme que se considere inteligente podría haber dado una razón más sólida para mantener la cámara hasta el final, así como una justificación válida para su presencia en la narrativa.
Una secuela poco afortunada que, a pesar de ofrecer ciertos instantes visuales impresionantes, no logra ocultar un guion absurdo y una narrativa desorganizada.
Blumhouse ha tenido éxitos, pero esta vez se enfrenta a un nuevo tropiezo con una película de terror que resulta ser un desastre, enfocándose en un amigo imaginario.
No ofrece mucho nuevo, es otro desvío sin futuro para un director que solía ser prometedor, además de desperdiciar el talento de una estrella que había regresado de su semi-retiro.
Es un placer ver a Wright. A pesar de que gran parte de lo que presenta la película de Saulnier funciona, resulta frustrante que haya elementos que no logran encajar en el contexto.
Miles Teller y Anya Taylor-Joy coquetean al borde de un abismo repleto de criaturas en un mockbuster de Apple que, aunque está bien hecho, sucumbe a su propia trivialidad.
Ni Naomi Watts logra rescatar este tedioso remake de terror. La cinta enfrenta dificultades para ofrecer algo fresco y original, dejando una sensación de cansancio en la audiencia.