Entre la telenovela intensa y el drama hábil y sutil, hay una sátira alocada sobre los valores de los 'baby boomers'. Gallagher, en particular, está sublime.
Ejiofor transmite un magnetismo sereno y una paz beatífica en sus interpretaciones, lo que puede resultar abrumador. Hay algo en su presencia que evoca una esencia mesiánica.
Fotografiada para parecer una mezcla entre una retrospectiva de Vermeer y un vídeo musical, es boba y errónea, aunque razonablemente entretenida gracias a su encantadora falta de autoconsciencia.
De alguna manera, lo que comienza como una serie de golpes bajos se convierte en algo más, gracias en gran parte a las cálidas y atractivas interpretaciones de Cusack y Tomei.