Los realizadores logran que la actriz polaca Michalina Olszanska ofrezca una interpretación precisa, evitando los clichés melodramáticos que suelen acompañar a las villanas, así como la idealización romántica que podría hacer más atractiva su representación de antiheroína oscura y rebelde.
Denis Côté, también guionista, parece proponer que este relato, lleno de vacíos narrativos y eventos inexplicados, refleja la continuidad de una relación amorosa que experimenta tanto la restricción del encierro carcelario como la libertad amplia en el campo.
La estrategia narrativa de los documentalistas es notable. En lugar de enfocarse en las víctimas, deciden adentrarse en una época reciente, dando protagonismo a las voces de ciertos carabineros que participaron en las ejecuciones.
El realizador iraní logra extraer de la complejidad de la disfunción familiar la esencia fundamental, enfocándose en la persistencia de la memoria dentro de las relaciones sentimentales.