El recorrido es largo, salpicado con una selección musical formidable y momentos de gran lirismo en la fotografía de Robbie Ryan. Sin embargo, lo esencial del relato es captar la inocencia de la joven Star.
La metáfora es clara y eficaz. 'Mustang' exhibe las contradicciones de una sociedad patriarcal turca. La realizadora evoca esa crisis cultural y sus jóvenes protagonistas la encarnan estupendamente.
La fluidez de su estilo y la variedad de sus propuestas y registros dramáticos hacen de este importante director un fenómeno mediático. Puede resultar irritante para algunos, pero para muchos más es estimulante; de cualquier manera, se ha consolidado como un artista ineludible.
La radiografía de este oscurantismo religioso es más devastadora por esa honestidad moral que visiblemente la distingue y por una elegancia artística que la eleva por encima de la siempre ineficaz denuncia panfletaria.
Llegar a ese momento emotivo de revelación que tiene el relato, supone el trámite de una hora previa de vacilaciones, insensateces ingenuas y un pubertinaje prolongado. Nada fuera de tono con la vida misma. En esa mágica conexión reside todo el encanto de la cinta.
A más de medio siglo de haber sido filmada, la película conserva la novedad y frescura que muy pronto la distinguieron entre las producciones de la nueva ola del cine checoslovaco.
El cine serbio continúa resaltando las consecuencias y secuelas de una guerra fratricida. El impactante desenlace de 'Cicatrices' se presenta de manera abierta, como un interrogante, pero también evoca una herida que nunca sanará.
Los momentos de intensidad dramática que con destreza dosifica la trama recompensan generosamente la espera de un clímax emocional o de un desfogue de tantos sentimientos contenidos.
Ulrich Seidl, el aclamado documentalista austriaco conocido por exponer los prejuicios y costumbres de su nación, ofrece en 'Safari' una crítica mordaz a un pasatiempo de ciertos turistas europeos en África, que evoca potentes referencias coloniales.
La cinta de Harry Macqueen evita el desbordamiento melodramático gracias a la imponente sobriedad con que los dos interpretes expresan sus afectos, sus miedos y sus aprensiones.
Julianne Moore naufraga en un cálido territorio que le resulta incomprensible. Sin embargo, lo hace con una dignidad impresionante. Por su actuación, vale la pena ver esta película; ella es quien realmente merece el mayor reconocimiento.
La dispersión narrativa de la película, que se asemeja a un catálogo de gags humorísticos, hace que, cuando finalmente se aborda el asunto serio insinuado durante más de una hora, no logre encontrar ni sostener el tono adecuado.
Se convierte en un estudio relevante sobre el comportamiento de los niños y su fragilidad emocional. Refleja de manera conmovedora la lealtad de un niño hacia su amigo.
El problema no es la historia original narrada, de suyo fascinante, sino la manera convencional y plana en que el guionista Christian Torpe la adapta para la pantalla.