El argumento busca ser intrincado, pero me parecieron confusos ciertos aspectos. A veces resulta monótono y la realización se siente pesada. Quisiera que fuera distinto, especialmente considerando las difíciles situaciones que atraviesa su creador.
Loach y Laverty capturan nuevamente la esencia y el ingenio en una película que muestra un profundo aprecio por sus personajes. Mantiene siempre el interés del espectador, entrelazando momentos conmovedores con toques de humor.
La ambientación resulta convincente y en ciertos momentos la intensidad psicológica me impacta. Llega un punto en que pierdo el interés, anhelando que la tortura termine pronto. Sin embargo, tengo la sensación de que se extiende indefinidamente.
Machaca por opresiva. Staho demuestra talento y osadía al adentrarse en terrenos psicológicos inquietantes, pero no tengo la menor intención de volver a ver su frustrante película.
No hay suspense, todo se siente prosaico y mediocre. La complejidad y la inteligencia que Allen solía presentar han sido reemplazadas por la rutina y una falta de emoción, sin nada interesante que ver ni escuchar.
Solo he visto los dos primeros episodios. No me ha impresionado lo que he presenciado, aunque me ha mantenido entretenido. El contenido es más que aceptable, pero tengo la sensación de que tiene potencial para mejorar.
Lujosa nadería. Tanta acumulación de talento ha generado algo que resulta tanto mediocre como tedioso, careciendo de cualquier secuencia que logre alterar el ánimo o evocar emoción.
Las expectativas de que vas a ver algo grande se acaban a los 10 minutos. A partir de ahí comienza una cadena de despropósitos, diálogos enfáticos, situaciones huecas, personajes que se convierten en involuntaria parodia.
El filme carece de coherencia y realismo, convirtiéndose en un tedioso y exasperante desvarío de un creador cuya supuesta genialidad es aclamada por la cinefilia más elitista.