La primera mitad del film destaca por la solvencia y solidez que caracteriza al director. Sin embargo, la segunda mitad presenta un desafío diferente; la fusión entre la ficción y el trasfondo histórico no logra hacerse de manera convincente.
Es una película correcta, pero un tanto cansina en su ritmo y demasiado dependiente del guion, amén de ser escasamente novedosa en la filmografía de su país.
Una bonita historia contada a ratos con inspiración poética y a veces de manera desmayada y rutinaria. El conjunto queda lejos de los mejores trabajos de su autor, pero merece la pena disfrutar con la parte más conseguida y más entrañable.
Un guion caprichoso que recorre todos los tópicos del género con una falta de entusiasmo inesperada. El enfoque ideológico del filme muestra un maniqueísmo simplista, lo que resulta inapropiado para un cineasta francés.
Un relato que carece de algo de tensión, pero que afortunadamente no incluye ninguna vertiente discursiva, moralizante o de mensaje. Es un trabajo más que prometedor.
Cantet pone el dedo en la llaga, pero su película corre el riesgo de quedarse en un territorio intermedio, demasiado ambigua en la representación de su protagonista y sin que quede claro en qué dirección se orienta su discurso.
La nueva película de Costa-Gavras nos presenta al mismo director comprometido con la política, pero con un enfoque simplista y un estilo poco atractivo. Es decepcionante ver, en 2019, que aún contamos con un cineasta maniqueo y tramposo, similar al que se mostró en Z (1969).
Una obra concebida con una importante dimensión pedagógica de cara a la juventud de hoy en día y con una nítida voluntad de mensaje y de toma de conciencia moral.
Un biopic azucarado, rígido y sin ningún conflicto dramático. Se siente como un cine superficial y colorido, una burbuja vacía que se desvanece sin dejar huella.
Un film que, en realidad, no es más que un reportaje televisivo sin otras aspiraciones artísticas o formales. Como documental de divulgación puede ser interesante. Como cine, es inexistente.
Una obra que, por encima y a pesar de sus limitaciones evidentes, nos pone en la pista de una cineasta con una mirada propia y, muy probablemente también, con un oscuro mundo poético que llevar a la pantalla.
Insólito cóctel con el que no resulta posible disfrutar si no se asume, de antemano, el humor personalísimo de su autor. Evidentemente, se trata de una obra menor en su filmografía, pero rezuma inteligencia y sana diversión.
Extraña y divertida mezcla de Woody Allen, Éric Rohmer y Aki Kaurismäki, una de las propuestas más originales de cuantas se han presentado hasta ahora en el festival San Sebastián 2023.
Masturbación autocomplaciente de dos personajes que se quieren mucho a sí mismos (Houllebecq y Depardieu) conversaciones absurdas y vacías, llenas de chistes machistas una memez superlativa, cinematográficamente inane
Solo un creador tan libre y tan original como Bong Joon-ho puede salir bien parado de una aventura tan heterodoxa y tan estimulante, tan imprevisible y tan demoledora como 'Parasite'.
El sustrato articulador, la libertad narrativa, el sentido del humor, los giros constantes y los cambios de registro la convierten en la película más inclasificable de la sección oficial. Es una propuesta muy estimulante.
Esta película se aproxima más al giallo italiano que al cine fantástico en su forma más pura. Los giros narrativos poco significativos, los efectos innecesarios y las escenas grotescas disminuyen la calidad del film, llevándolo hacia un territorio de grand guignol involuntario, que termina por desdibujar su verdadero potencial.
Lanthimos presenta a los personajes como piezas de dominó que manipula a su antojo. 'Kinds of Kindness' revela un desdén evidente del director hacia sus propias creaciones, algo que podría incomodar incluso a un maestro como Jean Renoir.