Esta segunda entrega ofrece un entorno menos artificial y menos exagerado. Si se plantea la pregunta de si 'Ira de Titanes' supera a 'Furia de Titanes' (lo cual no es un gran mérito), se podría afirmar que sí, que quizás.
Spielberg logra que uno se olvide del cómic. Cada plano se asemeja a una caja de muñecas, una pieza maestra de orfebrería en la que el motion capture y el 3D evidencian que comienzan a desdibujarse los límites.
Planteado como un ejercicio de estilo en torno al tiempo y la perspectiva, la película se ve afectada por su atmósfera de telefilme, aunque se sostiene gracias a sólidas interpretaciones.
Fincher no ha creado una obra maestra, pero se ha puesto el mono de creador para ayudar a universalizar aún más un personaje que ya es un icono moderno. El sello de autor es la diferencia.
Spielberg consigue lo que parecía imposible: con una hábil ironía a los escépticos, su adaptación se siente justificada. Más clásico que el original de 1961, Spielberg rinde homenaje al mito.
Pequeña road movie que lucha por salir, es un ejercicio de estilo que combina lo colorista con lo filosófico. La película nunca pierde su carácter y fusiona un tono intimista con un juego formal, sustentado por la naturalidad del joven Max Megías.
Trier logra un notable equilibrio al fusionar elementos sobrenaturales con una intriga psicológica que roza el terror. Sin embargo, su impulso por cerrar una línea narrativa puede sentirse como una limitación para un filme que anhelaba mayor abstracción.
La película parecía dirigirnos hacia una comedia alocada más, que se retrasaba en su ejecución (especialmente en los chistes relacionados con Kaká), pero de pronto logra encontrar un camino honorable.
Pase lo que pase, todo sirve para provocar risas fáciles en XXL. La película muestra una simplificación excesiva de ciertos comportamientos que no representan a nadie.
Entre largos silencios y cuidadosos encuadres, el tono frío de la película contrasta con la calidez que Drzymalska aporta a su entorno. Ella define los límites de lo que es humanamente soportable y logra gestionar la narrativa de la película con gran habilidad.
Una ficción muy bien documentada que ofrece una mirada cruda y sin concesiones. El filme se centra en lo esencial y presenta la denuncia más honesta del cine español reciente.
Visión comprometida y excesivamente bienintencionada que explora el aliento humano desde diferentes perspectivas, enfocando la cámara en el dolor y tratando de ofrecernos un rayo de esperanza.
Quizá porque no busca ser un filme de ballet, pero prefiere bailarinas a actrices, el filme pierde altura y se autolimita a plasmar una amistad trágica sin carga sensual, muy bien ensayada, poco vivida.